viernes, 8 de noviembre de 2013

Carlos Castaneda El Fuego Interno

El Fuego Interno

Carlos Castaneda
Carlos Castaneda  El Fuego Interno

Había pasado la noche en la ciudad de Oaxaca, en el sur de México, iba camino a las montañas de Ixtlán a buscar a don Juan. Al salir en mi coche de la ciudad, temprano por la mañana, tuve el buen tino de dar una vuelta por la plaza principal, y ahí lo encontré, sentado en su banca favorita, como si esperase a que yo pasara. 

Paré el coche y me reuní con él. Me dijo que estaba en la ciudad atendiendo negocios, que se hallaba hospe-dado en una pensión local y que con toda confianza podía quedarme con él, ya que tenía que permanecer en la ciudad por dos días más. Por un largo rato hablamos de mis actividades y problemas en el mundo académico.

Como era su costumbre, de repente me dio una palmada en la espalda, cuando menos me lo esperaba, y el golpe me hizo entrar en un estado de conciencia acrecentada. 
Estuvimos sentados durante mucho tiempo, en silencio. Yo esperaba con ansia que comenzara a hablar y, sin embargo, cuando lo hizo me sorprendió. 

Mucho tiempo antes de que los españoles llegaran a México -dijo- existían extraordinarios videntes toltecas, hombres capaces de actos inconcebibles. Eran el último eslabón en una cadena de conocimiento que se extendió a lo largo de miles de años.



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